jueves, 29 de mayo de 2014

MEMORIAS DE UN PARADO CDXI - Barcelona -

Esta mañana está chispeando en Calafell, muy nublado y con una temperatura que invita a ponerse un jersey, aunque siempre haya valientes que van en manga corta.

He estado dos días en Barcelona, a ver a mi madre y a mi padre. Mi madre está muy bien, acostumbrándose a la idea de que mi padre ya no está, pero ni en casa ni en la residencia. Simplemente, lo único que queda es su presencia física, cada vez mas agotada y apagándose como un candil del que apenas queda aceite. No conoce a nadie, camina con mucha dificultad y totalmente encorvado, incapaz de levantar la cabeza para poder mirar de frente a alguien.

No puedo entender lo que sucede. Hace ahora dos meses que lo llevé a la residencia y ese mismo día caminamos mas de 6 kilómetros. Ahora es incapaz de hacer 100 metros. ¿Que ha pasado en todo este tiempo?. Por mas que pregunto en la Residencia, nadie sabe darme una explicación convincente a todo esto.

Con mi madre ha sido todo muy diferente, a pesar de que es una persona de 87 años, ha encontrado su liberación. Va a ver a mi padre cada día, lo cual le ha ido muy bien físicamente, porque era una persona que no se movía y la caminata le ha beneficiado.

Estar en la Residencia, por lo menos a la hora en que se acaba el día, que es para mi padre las 18,30 de la tarde, hora en que se lo llevan a cenar y que los internos están a la espera de ese "evento" es patético, deprime hasta a la persona con un ánimo mas fuerte de ver que después de toda una vida luchando, en lo que nos convertimos.

Mi madre ha sabido sobreponerse y sabe desconectar una vez ha salido de allí, cosa que también le beneficia sobremanera, porque yo quedo tocado unas cuantas jornadas.

También, al estar solos, hemos podido hablar de todo, de su vida, de la mía, del pueblo y sus "chafarderas", de la familia y de tantas cosas como uno pueda imaginar. Conversaciones que no habíamos podido tener nunca, porque yo marché muy joven de casa y delante de mi padre, una persona a la antigua usanza, acaparadora y celosa no se podían tener.

Mi madre tiene un diario de toda la enfermedad de mi padre, pero como andamos flojos de recursos como para hacer fotocopias o escanearlo, hablaré con mis hermanos para que lo hagan y a ver si lo publico en este blog, para que pueda ayudar a otras personas que se encuentran en la misma situación.

Ayer por la tarde, vine desde Barcelona con un bizcocho de rosco con el que me obsequió la Sra. Gregoria, que me conoce desde que nací, del cual mis nietos y mi hijo, que también es bastante goloso, dieron buena cuenta. Fue para mí, una alegría contribuir a su sonrisa, ya que ellos me lo dan todo, alimento para el cuerpo y para el alma, mientras que yo, en estos momentos, no les puedo compensar con nada.

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