miércoles, 2 de abril de 2014

MEMORIAS DE UN PARADO CCCLXXII - Ballesol -

Hoy está como nublado. No hace frío, pero una especie de neblina cubre Calafell y no permite ver el horizonte. Lo mismo que en Barcelona, donde llovió el fin de semana y no se veía el Tibidabo.

Ha sido un fin de semana muy duro, que ha terminado con el ingreso de mi padre en una residencia, cerca de casa, que se llama Ballesol.

El sábado nos reunimos los tres hermanos, para tomar una decisión, visitando las dos mejores residencias, cercanas al domicilio familiar, y que encajaran con el presupuesto, ya que esto de la geriatría es un negocio de tres pares de narices.

Fuimos a Ballesol, que está en el Paseo de Fabra y Puig y fuimos a AMMA, que está detrás del Colegio de San Juan Bosco, enemigos acérrimos de los que éramos alumnos de la Salle.

A los de AMMA, les había llamado mi hermano y quedaron en contestarle. Jamás lo hicieron.
El sábado fuimos para ver si nos la podían enseñar, no lo hicieron y nos dijeron que nos llamarían para concertar una visita. Nunca lo hicieron.

Hoy les he llamado para descargar mi ira, ante tanta informalidad y les he preguntado si es que tenían el negocio en las últimas y por eso no llamaban. Como se trataba de una plaza privada, enseguida me han dicho que me llamarían y curiosamente el precio, cuando el sábado no estaban autorizadas a decirlo, si no lo hacía la trabajadora social.

A todo esto Ballesol nos gustó, está relativamente cerca de casa andando, pero es un lío en transporte público.

Está en el mismo Paseo Fabra y Puig que es dirección norte, por lo que un taxi, si pillas algún desalmado de los del GPS, te puede salir la broma cara.

Hay también metro pero la parada está a mitad de camino entre casa de mi madre y la residencia, por lo que cogerlo para una parada y tener que caminar otro tanto es inviable.

A todo esto, la situación en casa se iba volviendo insostenible por momentos. Mi padre cada vez desvariaba mas, mi madre con las manías típicas de una mujer de 86 años, los días se me hacían larguísimos, puesto que a las 6,30 de la mañana ya tocaban diana. Empiezan a entrar en mi habitación con cualquier excusa, hablar alto y hacer ruido y ya no hay quien pegue ojo. Los Domingos, además en Barcelona, lo cierran todo, por lo que lo único que se puede ver es la persiana o lo que permite ver esa persiana, si no es compacta, del escaparate. Hasta los chinos cierran. Tampoco tenía internet, mi madre ve el peñazo de Maria Teresa Campos, por lo que compré la Vanguardia y me la chupé toda, de cabo a rabo. Mi madre sigue comprando "La Razón", que vaya con el diario ese y bueno, la intenté leer, con guantes, eso sí, por si al pasar las hojas me daba algún tipo de alergia.

El lunes me fuí con mi padre a dar un larguísimo paseo en el que me preguntó cien veces donde trabajaba, si mis padres vivían cerca, si que había para comer, porque vendría el Rey y después del funeral de Suárez vendría el resto, que si nos cobrarían por tener la televisión puesta, porque con las nuevas tarifas de la luz, vendrían y se llevarían el aparato y así todo el día.

Por la tarde empecé a llevar las cosas de mi padre a la residencia y así se fue pasando el día, aunque acabé agotado. Mi madre me lo iba preparando en bolsas tipo El Corte Inglés, de plástico y encima de la vergüenza que me dió que no hiciera una maleta grande, me dice ¿no pensarán quedarse con las bolsas que son mías?.

El martes por la mañana hice el último viaje y al volver, me fui a dar otro largo paseo con mi padre. Después de comer, intentamos dar el mismo paseo (como que pasábamos por la residencia) y yo creo que ya se olía la tostada, aunque mi madre le tenía convencido de que tenía que ir a un sitio para que hiciera algo y los días no fueran eternos.

Me tocó a mi solo, puesto que mis hermanos estaban en sus quehaceres y mi madre no quiso venir porque era un trago para ella, por lo que me chupé yo solo todo el tema.

Primero lo llevaron a su habitación, le enseñaron el baño y la alarma. También le hicieron una entrevista. Después ya se hizo cargo  la doctora y la enfermera con otra entrevista mas larga, que yo tenía que ir aclarando. Cuando empezó la exploración me mandaron marchar para que se fuera aclimatando.

Estando yo, se portó muy bien y parece que pasó buena noche, aunque por la mañana estaba muy desorientado según me han dicho. Tiene las visitas restringidas hasta que se aclimate.

Todo esto me hace pensar en ese típico sentimiento de culpa que nos queda siempre, si habrá sido la decisión acertada o tendríamos que haber forzado a mi madre a que pusiera alguien en casa. Mi padre está bien físicamente, su mente desvaría mucho y mi madre que quería su tiempo ahora es "ni contigo ni sin tí" porque hoy ya ha ido a verlo y se va a incorporar a los talleres.

La he llamado esta mañana porque le había dicho que tenía que ir a llevarle una chaqueta y a arreglar pepeleo y me ha llamado la psicóloga si yo creía que era conveniente que viera a mi padre.

Bueno, pues cuando la he llamado, que ya sabía todo porque la psicóloga me lo había explicado, ha empezado a darme una versión. La he parado y le he dicho que había hablado con la residencia y entonces me ha dado la versión oficial y veraz de su encuentro. Es que los mayores se las saben todas.

En fin, cuando me toque, porque parece ser que es herencia familiar, espero ser una persona dócil y no poner las cosas difíciles a mi familia. Si algo me ha enseñado la vida es a ser muy tolerante con todas las situaciones. Espero que eso me ayude a que las cosas sean diferentes.

Resulta, que en Pereña, hace un tiempo, se murió un señor que llevaba los mismos apellidos que mi abuelo, al que llamaban el tío "Botarate", que según el diccionario es hombre alborotado y de poco juicio. Les dije a mis hermanos: "esta es una confirmación mas de lo que nos espera". A lo que saltó mi madre: "nooo, ese es el mote de la familia", por lo que mis hermanos decían: ¡mamá, no lo has arreglado mucho!

Consejo a los parados como yo. Por favor no quedaros en casa, moveros, dar la tabarra, quejaros, salir, manifestaros, escribir con vuestra situación. Todo menos que los días, como a los mayores, sean largos larguísimos, eternos. La mente se despejará. Si hay que pedir se pide, si hay que luchar se lucha, si hay que viajar se viaja, aunque sea andando.

A mi madre nunca le gustó mucho andar, nunca fueron a un casal, que no se como se dice en castellano, pero es el sitio ese donde se reunen los ancianos para jugar y hablar, mi padre fue perdiendo el hábito de leer y relacionarse, puesto que en cuanto se jubilaron, al perder poder adquisitivo, todos los chupópteros que tenía a su alrededor fueron desapareciendo.

Nunca sabré si fue antes el huevo o la gallina y si todo eso influyó en el desarrollo de su enfermedad, pero lo cierto es que, como los parados, una etapa mas de su vida, se ha iniciado.


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