lunes, 30 de julio de 2012

MEMORIAS DE UN PARADO XXXIV - Carvalho -

Ayer, como era Domingo, aprovechamos para ir a la playa, que la tenemos delante, bañarnos y tomar un poco el sol, que como digo siempre, es una de las pocas cosas gratis que todavía nos quedan.

Entre Juegos Olímpicos, coches y motos, como la afluencia de público ya no es masiva, como sucedía otros años, en el momento que empezó la Fórmula 1, la playa se empezó a quedar vacía. Vamos que empezaron a desaparecer, como por arte de magia, sombrillas y bañistas.

Los deportes del motor no me apasionan. Eso que Gerard anda con las cámaras que llevan en las motos. Pero el circuito de Laguna Seca, con lo del "sacacorchos" es apasionante verlo. Tiene un desnivel del 18% y un montón de curvas. Vamos como tirarse desde un edificio de 5 plantas con moto. Valentino Rossi se calló y con él parece que se acaba una leyenda. "El ocaso de los Dioses" como anunciaba un periodista.

Volviendo a la playa, lo peor cuando uno regresa a casa es el olor a "barbacoa" que se respira en el ambiente. Digo yo, que si tanto le gusta a la gente hacer la barbacoa porqué no se compran una casa apartada en vez de meter todo el humo al vecino y de que nos enteremos todos de lo que tienen para comer.


Encima, cometen el sacrilegio de encender dicha barbacoa con los trozos de un libro como si se tratara del Detective Carvalho.

Nunca entendí porqué el escritor Manuel Vázquez Montalbán, genio de las letras, hacía que su personaje, el Detective Carvalho arrojara libros al fuego para mantener la hoguera. Siempre me pareció un pecado de los mas graves que se pueden cometer, quemar libros. Además Carvalho elegía con esmero cuales debían ser destruídos por las llamas. Un acto intolerable.

Yo, soy muy raro para eso porque mis libros, que son muchos, los cuído, los mantengo y jamás se los dejo a nadie. Son como unos hijos para mí y nunca permito que unas manos extrañas o sin lavar los toquen.

Nada, ninguna película, por muy buena que sea, me ha permitido viajar o imaginar tanto como un libro. Quizá por eso, siempre quedo tan decepcionado cuando veo el filme.

Ninguno de mis personajes de los libros tienen cara de Tom Cruise o de George Clonie. Tienen la cara que relata el autor.




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