lunes, 17 de diciembre de 2012

MEMORIAS DE UN PARADO CIII - Messi -

Ayer por la tarde, que era Domingo, estuve toda la tarde en casa, estudiando, leyendo, viendo la tele y pasando el rato como bien pude, ya que entre el tiempo lluvioso, el frío y que como los comercios estaban cerrados, la gente no salió de casa y no había nadie con quien charlar.

Ni siquiera los chicos de casa, aparecieron. Con el tiempo se les echa de menos, porque su juventud es contagiosa y la energía que desprenden hace que solo una conversación con ellos se vuelva del todo agradable.

Llamé a mi hijo al teléfono fijo y no funcionaba. Se lo hice saber por Whatsapp y me contestó que no podían recibir llamadas, porque estaba estropeado. Que mi nieto pequeño se lo había comido.

El mayor, sin embargo, estaba locuaz y comunicativo como nunca. Estaba esperando a que se secara el helicóptero. Claro, yo pregunté: "¿es que está mojado?". "No, es que Papi lo está encolando". Entonces entendí que lo que se tenía que secar era el pegamento, a ver si de tres helicópteros se conseguía hacer uno que volara. Como en la industria aeronaútica actual, que con los recortes hay que remachar de nuevo las alas para que no se desprendan.

Pues fíjate que ayer hacía 34 años que me casé. La Constitución Española de 1978, fue la que me dijo de un día para otro: "ahora ya eres mayor de edad", ya que antes era a los 21 años, pero como la juventud entre 18 y 21 años, se consideraba que era "progresista", con esa rebaja se conseguían una serie de votos necesarios para sacar las Reformas Democráticas adelante.

Total, que con esa mayoría de edad, ya podía hacer lo que me diera la gana y decidí casarme. Hasta ahora con la misma esposa. Siempre hay altos y bajos, pero ahí estamos y como dice ella: "¿no crees que 34 años lavándote los "gayumbos" son muchos?". Pero si no fuera por estas cosas, la salsa de la vida sería sosa y le faltarían ingredientes.

Y eso que el contrato no fue como el de Messi, escrito en una servilleta de papel, sino con luz y taquígrafos a ojos de la Ley.

El Domingo acabó así, viendo el partido del Barça y olvidando las penas y sinsabores de la vida por un ratito. ¿tiene precio eso?. Esa es una de las preguntas existenciales a las que nunca encuentro respuesta.
Para muchos, el precio que pagamos todos, por ese ratito de pasarlo bien es exagerado. Seguro que si los futbolistas y los Clubs de Futbol pagaran sus deudas y los futbolistas compartieran lo que ganan con los necesitados, aún nos parecería mucho mejor.

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