viernes, 30 de agosto de 2013

MEMORIAS DE UN PARADO CCLVII - El final del verano -

Sigue luciendo el sol por estos lares, mientras las tormentas y el granizo asolan todo el levante español, con eso que le llaman "la gota fría" que hace que caigan granizadas que fastidian todas las cosechas.

Nunca me ha caído una granizada encima del coche, pero debe de ser terrible encontrárselo lleno de pequeños golpecitos o incluso, cuando las piedras son grandes, los cristales rotos.

Mis lechugas y escarolas siguen creciendo, los árboles tienen los pies limpios y arreglados con piedras, como si del Paseo de Gracia se tratara y ahora solo queda, como los agricultores, mirar al cielo para que llueva, se ablande la tierra y poder allanarlo.

Tengo varias alternativas. La primera hablar con el Sr. Cura, a ver si hay algun santo que pueda sacar en procesión por el huerto, para que llueva.

En un pueblo de Almería que se llama Oria creen que San Gregorio puede hacer llover.

La segunda alternativa que me parece mas efectiva son las antiguas danzas de la lluvia de las tribus indias americanas, que invocaban a sus antepasados y a los desaparecidos jefes para conseguir que no se perdieran las cosechas por la sequía. Los Apaches o los Cherokees las hacían.

Mientras tanto, en un plano mas mundano, pues se acaba el mes de Agosto y los turistas ya van desfilando hacia sus lugares de residencia habituales.

En las zonas de playa, pues la gente que vive allí, normalmente celebra que a partir de la semana que viene las calles estén mas limpias, no haya colas para cualquier cosa, se pueda aparcar en cualquier sitio y se pueda circular sin miedo a que te golpeen el coche en cada esquina.

La contrapartida, que siempre existe, es que el pueblo se queda triste, los negocios iran cerrando poco a poco y sin la construcción que sigue sin aparecer, no hay trabajo ni futuro.

En este pueblo también la gente ha empezado a desfilar. Jubilados que tienen sus orígenes aquí, pero que ya no pertenecen a este entorno y por eso se van.

Es la eterna discusión cuando se habla de los nacionalismos y del independentismo, ya que los mas españolistas creían que cuando los mayores se fueran jubilando marcharían todos a sus tierras de origen, dejando despoblada Catalunya o el País Vasco.

Nada mas lejos de la realidad. Se quedan en Madrid, Barcelona o Bilbao porque, entre otras cosas, les ofrecen mas servicios que por estas tierras y tienen a los hijos, nietos e incluso bisnietos, arraigados completamente en la tierra de acogida y que son tan catalanes o vascos como los demás.

Nuestros políticos no reflexionan acerca de que, por ejemplo, los habitantes del condado de Treviño, pequeño territorio, como una isla, enclavado en la provincia de Alava, pero que administrativamente pertenece a Burgos, no quieren pertenecer a Castilla León y si al País Vasco, a pesar de las promesas del Sr. Herrera.

Lo mismo está ocurriendo en Gibraltar, donde los LLanitos no quieren ser españoles y los españoles que trabajan allí no se creen las promesas del Gobierno de turno de que no se preocupen que les van a crear puestos de trabajo en La Línea para que no se tengan que desplazar y poder "boicotear" a la colonia inglesa.

Quien se lo va a creer, con un paro en Andalucía, según la EPA del segundo trimestre de 2013, del 35,79% y para los menores de 25 años del 66,49%. Mentiras que quizá estuvieran en ese disco duro del ordenador de Bárcenas, que se ha ocultado o se ha destruído.

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