miércoles, 2 de octubre de 2013

MEMORIAS DE UN PARADO CCLXXVI - Sigue LLoviendo -

El sábado pasado, sin luz en casa y sin parar de llover, me fui a buscar a Blanquita al aeropuerto de Valladolid. Los de Ryanair, llegaron a la hora en punto, que eran las 16,10, pero como tenían que volver para Barcelona, que lo interesante de una Compañía es no dejar parar a los aviones, pues desembarcaron el pasaje, lloviendo y si se mojan, pues se mojan, que no da el presupuesto de Pucela, ni para un autobús ni para una pasarela.






Desde entonces mi vida, cosa que ya sabía o por lo menos me imaginaba, ha sido como un terremoto, como un tsunami en medio de los Arribes.

Blanquita ha empezado a organizarme mi vida. Se ha dedicado a ordenar lo que ya estaba ordenado, porque no estaba a su gusto. A limpiar lo que ya estaba limpio, porque, aún menos, estaba a su gusto. A quitar cosas del medio, totalmente inútiles, cierto, pero que intentaban cumplir su función. A comer cosas light, como huevos sin yema, nada de embutido, se acabó el queso curado que tanto me gusta y a caminar a la hora de la siesta, que lo mejor que se podría hacer es tumbarse y no ir a ver el paisaje de Pereña, que ya lo tengo muy visto.

Menos mal que estoy muy delgado, pero eso, cuando aparece Blanquita por el medio no sirve de nada y no es suficiente. Además hay que tener en cuenta el colesterol, los triglicéridos, el tabaquismo, el sedentarismo y la madre que parió al tío que inventó el aspartamo o la sacarina. Menos mal que por ahí todavía no he pasado, porque no me gusta nada eso y prefiero tomar las cosas sin azúcar, pero después de que vi un reportaje en la 2 sobre el aspartamo, se me pusieron los pelos de punta, pensando en las mortandades que había causado la porquería esa.

Total, que se acabó mi vida bucólica y campesina para entrar en la vorágime de que hay que ser una persona como Dios manda, manteniendo la dignidad de tener una casa limpísima y adecuada, tanto para uno como para los demás.

Después de todo esto, sigue lloviendo, sin parar. Se ha abierto el cielo y no se sabe cuando se va a cerrar. Hombre, menos que el Diluvio Universal que fueron 40 días y 40 noches, espero que dure, pero como el tema de la Humanidad, cada día está peor, igual esto es el principio del fin y hay que estar prevenido.

Hace dos años fue el tema de Marta del Castillo, que todavía sigue y el de Bretón, con sus claroscuros, de un caso muy mediatizado, en el que a mi entender, todavía quedan muchas cosas por aclarar.

Este año, un accidente de tren en Santiago del que creo que no se ha dicho todo y ahora una niña china, adoptada por una familia gallega, que ha sido asesinada, presuntamente por el padre o por la madre, ya que ambos están en la cárcel, pero caso en el que se barajan muchas hipótesis, incluyendo el móvil económico, por la herencia del abuelo a la niña.

Hay dos cosas que no entiendo y que voy a decir, con todo el respeto del mundo hacia la niña, no hacia los asesinos, haya sido quien haya sido.

Nuestra Constitución de 1.978, a la que tanto se nombra últimamente, ciertamente tiene una especial protección hacia la infancia y así lo recogen las leyes, que en ese sentido, emanan de ella, pero la pobrecita niña ha sido asesinada, ¿porqué se sigue ocultando su rostro?, ya que si no se hiciera, todo el mundo podría saber quien era, lo cual, creo que se merece, en su memoria.

Lo segundo que quiero decir es que ya habló el embajador chino, acerca de lo necesario de una buena investigación y esclarecimiento, ya que la niña, era china y había sido adoptada en ese país.

Seguro que China tiene un grandísimo Servicio Secreto, como ocurre con todas las grandes potencias, como Rusia, EE.UU. o el famoso MI7 al servicio de la Corona Británica. Yo, desde luego, les daría carta blanca para intervenir y espero no hablar desde la óptica de haber visto muchas películas, pero ya está bien de asesinatos sin esclarecer, de jovencitos que se ríen de la policía y del juez y de que entren por una puerta y salgan por la otra.

En fin, que se resuelva cuanto antes todo, mientras la vida transcurre entre lluvia y tormenta y mis lechugas que no acaban de crecer, a pesar de la cantidad de agua. Comí una y estaba excelente, pero eran pocas hojas. Los vecinos les tiran unas bolas de abono, que deben hacer crecer las lechugas como si de la marca ACME se tratara, que eran esos artilugios que intentaba usar el Coyote contra el Correcaminos, con la sana intención de comérselo en pepitoria.


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