lunes, 21 de abril de 2014

MEMORIAS DE UN PARADO CCCLXXXV - Lunes de Pascua -

Esta mañana está lloviznando, como no podía ser de otra manera en el Lunes de Pascua para fastidiar a todos aquellos que decidieron ir al campo a comer la mona.

El sábado por la tarde se empezó a nublar, ayer estuvo todo el día nublado y hoy sigue, con ratos de lluvia. Da lo mismo en que caiga la Semana Santa, el tiempo siempre es así.

Hacía muchos años que no estaba en Calafell por estas fechas, pero los agobios de otras épocas brillaron por su ausencia. Había gente, pero no las aglomeraciones exageradas de los tiempos de bonanza económica.

Pocos turistas, los hoteles, a pesar de que en los telediarios decían que rozábamos el 100%, me parece que no era así.

Hoy es festivo en Catalunya, no así en Aragón o Madrid, que nutren de turistas esta zona en busca de sol y playa. Si hubiera muchos turistas, hoy o ayer por la tarde esto hubiera quedado mas vacío, sin embargo había mucha gente por Calafell, lo cual quiere decir que la gente era turismo interior y que hoy no trabajaban.

También aprovechamos el sábado para comer todos juntos, o al menos los que quisieran venir la mona, que es la tarta con la que los padrinos tienen que obsequiar a los ahijados. Yo tengo dos, mi sobrino y mi nieto. El pobre de mi sobrino hacía años que no la tenía, por lo que aprovechamos el día que estaban, para hacerlo.

Comprarla estaba fuera de mis posibilidades económicas, ya que por Calafell, que siempre ven al turista como un euro con patas, estaban prohibitivas. Una de medio kilo costaba cerca de 40€, por lo que Blanquita hizo una casera, que quedó de maravilla, adornada con chocolate, otra figura de chocolate, lacasitos y unos pollitos que compramos en la pastelería, para que diera sensación de "mona". Faltaron las plumas.

Mi padre se quedó solo en la Residencia, bien cuidado y a su aire, aunque ya ni recordaba cual había sido el último día que había ido alguien a verle. Mi madre necesita descanso, aunque el kilómetro o kilómetro y medio que hay desde su casa hasta la residencia, le viene muy bien para moverse un poco, cosa imprescindible para una persona mayor, que se sentaba todas las tardes a ver la tele y no tenía absolutamente nada que hacer.

La discusión estos días era la de siempre, acentuada por las opiniones de los medios de comunicación sobre la productividad en España y de que realmente, los que tenemos ganas de trabajar, seguro que lo hacíamos mucho mejor que la gente de plantilla o contratada para estas fechas.

La atención en los bares y cafeterías da verdadera pena, no saben poner un café o tirar una cerveza, entre otras cosas porque no reciben ninguna formación y un poco la idea de que como es la costa todo vale y tampoco hace falta tanto.  Que vivimos de eso, de un sector turístico mal atendido y con personal poco preparado. Pero, vamos a ver, si resulta que los contratan el miércoles y los ponen de patitas en la calle el martes, no se les da formación alguna, por lo que el servicio se resiente muy mucho.

Uno de los hoteles que es su día fue famoso, pero que ahora deja mucho que desear, el Kursaal de Calafell (no el de San Sebastián), al pasar por la terraza, vimos como se sentaba una familia y salía una dependienta con el mandil y la vileda color de rosa, para limpiarles la mesa. ¿no debería hacerse antes?, porque la terraza estaba vacía y no se trataba de que ocuparan otra mesa, sino que simplemente no limpiaron hasta que alguien se sentó. De pena y de dolor, como son las cosas en Semana Santa.

Los lavabos, mejor no ir a ninguno. Es mejor ir al monte que entrar en un establecimiento, pero con eso de que el empresario no está para limpiar, el camarero tampoco y el de la cocina menos, pues aquello da verdadero asco.

Esto es Calafell, no tenemos construcción porque se acabó con el "boom inmobiliario", pero lo único que nos queda que es el turismo, tampoco lo sabemos hacer bien y estamos muy lejos de la excelencia, que sería lo deseable.

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