viernes, 30 de mayo de 2014

MEMORIAS DE UN PARADO CDXII - El gato -

Esta mañana sigue nublado y lloviendo. Según Picazo, que es el auténtico gurú de los metereólogos, se trata del tiempo típico de mayo, tanto en precipitaciones como en temperaturas, por lo que tendremos que tener un poco de paciencia antes de pisar la playa.

Durante mas de 10 años, desde 1.978 a 1.988, estuve trabajando en Barcelona en el Instituto Técnico Ortopédico. Por lo menos allí me aseguraron, aunque no estaba en la central de la calle Enrique Granados de Barcelona, sino en una pequeña comercial que se llamaba EXDIRE, situada entre las calles París y Londres con Calabria y Viladomat. Una de esas manzanas típicas del Eixample Barcelonés, dividida en dos por un pasaje llamado Sagristá.

Esta comercial tenía la exclusiva de unas sandalias con pinchos de goma, alemanas, llamadas "Ganter" que daban masaje en los pies y eran muy cómodas. También tenían zapatos, plantillas y otros aparatos. Gracias a Dios, con el avance de la cirugía, muchas de las personas que necesitaban aquellos artilugios pudieron recuperarse con una sencilla operación y muchas de las cosas que allí se hacían o vendían, pasaron a mejor vida.

En 1.988 me fui a vivir a León, porque aquello ya se me quedaba pequeño como empresa y su fin empezaba a vislumbrarse en el horizonte. También, atracaron dos veces en una época en que la inseguridad ciudadana y las personas drogadictas estaban a la orden del día.

Con Felipe Gonzalez, a partir de 1.982, España cambió muchísimo, pero hubo muchos aspectos que les costó controlar a los socialistas, como el terrorismo, la inseguridad ciudadana, la droga o aquellos grupos nostálgicos del franquismo que permanecían intentando que volvieran otros tiempos.

En EXDIRE hacía la limpieza, no recuerdo con que frecuencia, la Sra. Joaquina, una andaluza de Sevilla, que se vino a Barcelona, con sus hijos, harta de las infidelidades de su marido, con mucha valentía, en una España sin divorcio.

Encontró trabajo de portera en una finca y como el sueldo de los servidores de los poderosos siempre ha sido muy bajo, intentaba complementar sus ingresos con limpieza de las casas.

Los porteros de fincas vivían en la última planta, en la época que no había ascensores o en las fincas que no lo tenían y en la planta baja, cuando ya se normalizó la existencia de elevadores. Nunca tuvieron convenio colectivo que amparara sus derechos sino, muchos años después, lo que llamaban "ordenanzas".

Antes, igual que ahora, los poderosos siempre hicieron las leyes a su medida, como las que tienen ahora para la protección ante la corrupción, con miles de aforados como no los hay en ningún país del mundo.

La Sra. Joaquina, todavía seguía conservando una vivienda, bastante digna, en el último piso del edificio y tenía una terraza bastante amplia. Cuando yo la conocí, sus hijos eran mayores y la visitaban con mucha frecuencia. Ella vivía acompañada de un gato y tenía una amiga íntima, mas joven que ella, que la suplía cuando estaba enferma o tenía un deber inexcusable.

Cuando tuvo su primer nieto, el gato enfermó de celos y un día vino con los brazos arañados. Lo tuvo que meter en la terraza y llamar al servicio del Ayuntamiento de Barcelona.

El gato estaba tan enfermo que los funcionarios municipales tuvieron que utilizar un palo muy largo con una lazada al final, para poder sujetarlo y llevárselo. Cuando consiguieron lazarlo, el gato luchaba como un tigre y de la importencia de no poder escaparse soltó todos sus esfínteres. Una imagen dantesca, sobre todo para los que aman a los animales.

Esa imagen me quedó grabada de por vida y siempre la asocié a cuando los humanos destilamos una rabia impotente.

Ahora, con la irrupción de PODEMOS en el panorama político y el nombre de los programas donde mas se le vitupera e insulta (El gato al agua o El cascabel al gato) no dejo de hacer una asociación mental con el gato de la Sra. Joaquina.

Y es que a veces los comportamientos televisivos de algunos tertulianos, por ejemplo Isabel Durán, me hacen evocar aquella imagen.

Pero ¿de que se extrañan? por los cinco eurodiputados del grupo PODEMOS, si han condenado en firme a un Diputado de la Cámara autonómica de Valencia por desviar los fondos de la ayuda humanitaria a Nicaragua para lucrarse en la compra de pisos y garages.

Mónica Oltra, diputada de las Corts Valencianes, denunció el hecho en 2010 y a pesar de que el Sr. Blasco sabía lo que hacía, se atrevió a llamarla "sinvergüenza", con el apoyo y aplauso de toda la bancada del partido Popular. ¿Que pensaran ahora viéndose aplaudiendo a rabiar?.

Tampoco los Directivos de Caixa Penedés han sido un dechado de virtudes, siendo condenados por chorizar en su favor unos cuantos milloncejos de nada.

Todavía en muchas fincas existe el ascensor y la escalera de servicio, para que los trabajadores y porteros de fincas no se mezclaran con la burguesía que allí vivía. No me extraña, porque de mezclarse, igual los trabajadores se contagiaban de la sarna de la corrupción.

 

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