MEMORIAS DE UN PARADO XI

Esta mañana, cuando me he levantado, después de otra noche de calor y de insomnio, me ha sorprendido la muerte de Manuel Preciado, el que fuera entrenador del Sporting de Gijón y que hoy iba a ser presentado como entrenador del Villarreal. Era un buen hombre. Descanse en Paz.

Al mediodía otra noticia en el telediario de Tele5 me llamaba la atención. Una mujer había tenido un accidente, cerca de Lalín en Galicia, al cruzarse en su camino tres perros salvajes. Su hijo de 10 años había fallecido. Pobre mujer, que tristeza tiene que albergar su corazón, después de ese accidente. Mi deseo es que se pueda recuperar, lo mas pronto posible, de ese golpe tan duro, que a veces la vida nos tiene reservados.

En el mismo tramo, al Presidente de la Xunta (Nuñez Feijoo) se le cruzó una piara de jabalíes y, nada, ni un rasguño. Los de las autopistas, claro, ellos no han sido, porque lo tenían todo vallado. Y solución no parece que vayan a poner ninguna.

Yo creo que todos los políticos son como robots, estilo Terminator, porque Rajoy y Esperanza Aguirre han tenido hasta accidentes de helicóptero. Seguro que en algún obscuro sótano en las "catacumbas" del Estado, guardan los robots y los van reponiendo. Deben de tener 5 ó 6 Rajoy, 4 Esperanzas. Por lo menos 12 Rubalcabas a juzgar por el tiempo que lleva, como si del "inspector Gadget" se tratara. Tendrá Duracel. No como el robot de Zapatero, que se les estropeó rápidamente y debe de estar en una severa reparación, a juzgar por el tiempo que no aparece. Pero, es que no es normal que no pillen una baja y ni siquiera, cuando hablan, se les note la voz tomada por el resfriado. Sobre todo a Rajoy, después de las maldiciones que le ha echado tío Angel, que si fuera otro le tenían, por lo menos, que pitar los oídos.

Ahora están todos contentos porque dicen que la bolsa sube, que la prima de riesgo baja y que hay 30 mil parados menos por las contrataciones de verano. Osea que en vez de 5 millones 600 mil parados, somos 5 millones 570 mil parados. Igual se sienten orgullosos de la hazaña.

Me gustaría que vinieran por Calafell y vieran a la gente hurgando en los contenedores de la basura, a los que esperan un mínimo de ayuda de la asistencia social, a los indigentes que me encuentro cada día con todas sus pertenencias en un carrito de Eroski. A los que les han cortado la luz, el agua, no han pagado los impuestos municipales y a los que no tienen ninguna esperanza de futuro, mientras los políticos mas cercanos, que son los del Ayuntamiento, miran para otro lado y se dedican a montar paellas gigantescas para los domingueros. Mas valdría que con esas paellas gigantescas alimentaran a los necesitados.

Mi nieto, además, tiene varicela. Menos mal que en casa la hemos pasado todos y para los niños pequeños no representa gravedad.

Cuando la situación de Venilia (la empresa donde trabajaba) se hacía insostenible y mientras Mónica, la directora general y Nacho el director financiero, nos hacían la vida imposible a todos, me salió un herpes, por culpa de los angustiosos tiempos vividos. Dicho herpes dicen es el virus de la varicela que permanece latente en el organismo. Una señora mayor de Cubelles, como al herpes le llaman "la culebrilla", aseguraba que si se juntaban la cabeza y la cola te morías sin remedio. Me curé antes de que eso sucediera, gracias a los desvelos de una médica sudamericana en urgencias de Calafell, aunque lo cierto es que tampoco me apetecía mucho esperar a comprobar si las teorías de la señora de Cubelles eran ciertas.