lunes, 9 de julio de 2012

MEMORIAS DE UN PARADO XXIII - Gora San Fermín -

"A San Fermín pedimos por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición.Viva San Fermín! Viva!, Gora San Fermin! Gora!".

"Entzun, arren, San Fermin zu zaitugu patroi, zuzendu gure oinak entzierro hontan otoi. Viva San Fermín! Viva!, Gora San Fermin! Gora!".

Esta noche hizo mucho calor toda la noche. Un bochorno bastante insoportable. Total que a las 6 de la mañana ya estaba despierto y contemplando el panorama.

Cuando llegaron las 8 menos cuarto, mas o menos, puse la tele para ver el encierro del día.
Los mozos, con el periódico, cuando faltan 5 minutos, 3 y uno, respectivamente, para el chupinazo, entonan el cántico debajo de la hornacina que tiene el Santo en la Cuesta de Santo Domingo. Piden al Santo su intercesión, para que no les pase nada en el encierro.
No me extraña, porque ponerse a correr al lado de esos morlacos, hay que tener huevos y nervios de acero, aunque algunos seguro que lo hacen con una "merluza" bastante adecuada.

Cuando trabajaba y teníamos algo mas de dinero, fuimos varias veces a Pamplona, aunque no en "sanfermines".
Pamplona, es una ciudad donde no hay sitio para aparcar, pero ni pagando siquiera.
La primera vez, después de dar un montón de vueltas, nos metimos alrededor de la plaza de toros. Era solo para vecinos, pero como estábamos hasta las narices, allí lo dejamos. Nadie nos dijo nada y al volver ninguna nota y ninguna "receta".

Bueno, pues como aparcamos en la plaza de toros pues "así se las ponían a Fernando VII". Mientras mi mujer se fue de "shopping" por Pamplona, yo me fui de excursión a hacer el recorrido (inverso, claro) de los "sanfermines". 

La cosa tiene su miga, sobre todo cuando pienso que hacen el recorrido en apenas tres minutos y muchas veces en menos.

Después tomamos algo por allí, visitamos la Ciudad que es preciosa y como mi mujer no me quiso comprar un "souvenir" como hacen los güiris, pues la hice volver al año siguiente.
Si tampoco quería el toro y la gitana. Me gustaba mucho una piedra, como esas que levantan los "harrijasoketas" vascos, pero en miniatura (pone 200 kilos).

Al año siguiente, la cosa fue mejor, no teníamos crisis y fuimos a una casa rural en un pueblecito navarro llamado "Lantz", muy bonito, en la carretera de Irún. Compramos el "souvenir", cenamos, disfrutamos de Pamplona, del pueblecito y nos fuimos a ver Roncesvalles y después a los Donostiarras.

Al volver, como digo, seguía sin haber un puñetero sitio para aparcar, por lo que nos metimos en la Ciudadela, que estaba en obras, en el subterráneo que estaba de cemento. Aparcamos y cuando nos bajamos del coche un guardia de seguridad, solo en una mesa nos dice: "oiga, que Vd. no puede aparcar aquí".

Mira, me salió la vena "aries" y le dije con la peor mala leche del mundo: "estoy hasta las narices de dar vueltas, aquí no hay un p... sitio para aparcar, ni siquiera pagando. Lo único que queremos es comer algo y largarnos y de paso que les den por el c...".

El guarda, me vió tan atacado, que me dice: "bueno, bueno, no se ponga Vd. así. Déjelo que ya se lo vigilo yo".

"Gracias, hombre". Comimos y regresamos a Tarragona.

No hay comentarios: