jueves, 10 de octubre de 2013

MEMORIAS DE UN PARADO CCLXXXI - Edad Media -

Siguen los 17º esta mañana en Pereña, lo que significa que aunque por el día hace calor, por la noche y por la mañana hace un fresquito que obliga a moverse un poco.

Tengo mi huerto lleno de hierbas, que debido a la humedad que produce el rocío están creciendo. Tendré que esperar a que marche Blanquita para darle la vuelta a todo, con el tenedor ese, del cual desconozco el nombre, ya que yo lo único que soy es un aficionado y mas que huerto me gustaría tener una parte de huerto y una de jardín, pero solo de pensar en como hay que preparar el terreno para poder plantar césped, me tiemblan las piernas del esfuerzo que hay que hacer.

Como Javier conoce todo Asia, le dije que me enviara fotos de un jardín "zen" para tomar ideas, pero todavía no lo ha hecho y comentándoselo a mi prima Eva, se reía de mí diciendo que estaba inventando una nueva modalidad que le debía de llamar "huerto zen".

La vecina, que es una gran persona y conoce mi situación, tan precaria, me nutre de patatas, tomates, cebollas y un montón de cosas, que ahorran mucho dinero en la compra. Me regaló una mata de incienso que planté y cuando marche Blanquita y empiece a desprender olor, pillaré unos cuelgues místicos como los de Santa Teresa de Jesús o San Juan de La Cruz.

Entre otras cosas, pues como el frío de verdad comenzará en breve, fui a por una mesa camilla a los garages de mi hermano. Estaba un poco estropeada por lo que la encolé bien, tapé los poros y encontré, entre los trastos de Diógenes, un botecito de esmalte, que era de color oro para barnizarla. Me ha quedado una mesa elegante, que parece hecha por el mismo Rey Midas, aunque tendré que esperar unos días para cubrirla porque huele a barniz.

Por la tarde fuimos a Vitigudino a comprar, ya que en el comercio del pueblo es imposible por los precios tan altos que tiene.

A medio camino hay un pueblo que se llama La Vídola, cuyo antiguo molinero es que el que tiene la bodega escondida entre las peñas en Pereña, puesto que está casado aquí. Tiene un comercio al que va mucha gente, porque tiene los precios muy arreglados, pero estaba cerrado, porque si tiene que ir a por recetas a Salamanca ya no abre en toda la tarde y si tiene otra cosa que hacer pues se retrasa en la apertura.

Al llegar a la gasolinera de Vitigudino, como ya anochecía se encendieron las luces y yo le pregunté al señor que servía la gasolina si había sido de forma automática o lo había hecho él. Me dijo que lo había hecho él porque aquí, estos pueblos, estaban como en la Edad Media y que las cosas modernas todavía no habían llegado. Al llegar a casa sin que se viera le tele me confirmó este extremo.

Me decía el señor: "a veces pienso que tengo muchas ventajas de vivir en el pueblo, pero otras veces creo que vivimos en un atraso permanente".

Desde luego, con la gasolina, no somos tan tontos como en Catalunya, porque aquí sirven en todas.

Hace algunos años, hicieron correr el rumor de que el dependiente te engañaba con la gasolina (aún llegan correos electrónicos en ese sentido) y que te tenías que servir tú.

Resultado, mucha gente al paro y encima, aunque vayas de traje te tienes que poner a echarte la gasolina, encima sin ningún descuento. Afortunadamente esto aquí no pasa.

Y es que en el día a día, se ve que la recuperación no llega, que se siguen perdiendo puestos de trabajo, que los negocios están vacíos y que ahora no consumen ni los pensionistas, porque tienen miedo a que la jubilación no les llegue.

Sigo, cada día, dando las gracias a todos los que me segúis, tanto en España como en el resto del mundo. Ayer me llegó un comentario en ruso, lo cual siempre da ánimos de ver lo lejos que llegan mis palabras.

Tengo una situación precaria, lo sé, pero se que hay mucha gente que vive mucho peor. Yo por lo menos tengo un techo. Doy siempre gracias a Dios por lo que tengo y nunca reclamo por lo que me falta.

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