Hoy no tengo muchas ganas de dar el parte metereológico.
Todos estos día en los que decía que iba a solucionar papeles a Salamanca, no hacía mas que ir a pruebas el médico, pero cuando uno está en búsqueda de trabajo no se pueden dar muchas pistas de estar enfermo.
Yo empecé a acudir al médico porque orinaba sangre y andaba entre una infección de orina o una piedra en el riñón. En un principio arenilla, después ya de una piedra tamaño cantera.
El urólogo no quiso ver los informes ni la analítica porque confiaba en las pruebas que me hacía él.
Esto comenzaba el día dos de septiembre (primera fecha que me dieron cita con el urólogo) y continuó a lo largo del mes con un análisis de sangre y orina, otro análisis con varias muestras de orina, tipo de citología, para finalmente hacerme unas radiografías de contraste de todo el aparato urinario.
Durante esas radiografías de contraste, apareció un ángel en forma de ecógrafo o persona que realiza las ecografías y vio algo extraño. Me mandó salir, después de analizarme exhaustivamente y llenarme de gel hasta las cejas, convocó un comité de médicos y me citó para un tac en muy pocos días.
Al día siguiente del tac me llamaron que fuera al urólogo en un plazo rapidísimo (el lunes era festivo por el Pilar).
El resultado no pudo ser mas desalentador. Tengo un tumor en el riñón izquierdo, enorme (16cm. de lado), con metástasis en hígado y pulmón y posibilidad de afectarme a otros órganos.
Debe de tener unos 3 años de vida, pero nadie me lo había visto porque es opaco a la analítica y a las radiografías y nunca en mi vida me habían hecho una ecografía, ni un tac, ni medicina nuclear.
El tema está muy chungo, pero puede ser que la cirugía y la quimioterapia o radioterapia me den una esperanza de vida, pero en estos momentos, tengo menos garantía que una lavadora.
Del pueblo me tengo que marchar porque en esta casa no hay calefacción y no hay posibilidad de tenerla.
Otras vías pasan por el Valle Hebrón, pero yo vivo en Calafell y al final me vería yendo y viniendo en metro y en tren, incluso cuando me sacaran del hospital, porque nadie se haría cargo y yo sigo siendo un parado.
Mis hijos ya lo saben, pero lo único que quiero es que si me quedo por el camino, mis nietos sepan ahora y toda su vida, que los quise y los quiero con locura.
No se cuando podré escribir de nuevo, pero lo intentaré.
Todos estos día en los que decía que iba a solucionar papeles a Salamanca, no hacía mas que ir a pruebas el médico, pero cuando uno está en búsqueda de trabajo no se pueden dar muchas pistas de estar enfermo.
Yo empecé a acudir al médico porque orinaba sangre y andaba entre una infección de orina o una piedra en el riñón. En un principio arenilla, después ya de una piedra tamaño cantera.
El urólogo no quiso ver los informes ni la analítica porque confiaba en las pruebas que me hacía él.
Esto comenzaba el día dos de septiembre (primera fecha que me dieron cita con el urólogo) y continuó a lo largo del mes con un análisis de sangre y orina, otro análisis con varias muestras de orina, tipo de citología, para finalmente hacerme unas radiografías de contraste de todo el aparato urinario.
Durante esas radiografías de contraste, apareció un ángel en forma de ecógrafo o persona que realiza las ecografías y vio algo extraño. Me mandó salir, después de analizarme exhaustivamente y llenarme de gel hasta las cejas, convocó un comité de médicos y me citó para un tac en muy pocos días.
Al día siguiente del tac me llamaron que fuera al urólogo en un plazo rapidísimo (el lunes era festivo por el Pilar).
El resultado no pudo ser mas desalentador. Tengo un tumor en el riñón izquierdo, enorme (16cm. de lado), con metástasis en hígado y pulmón y posibilidad de afectarme a otros órganos.
Debe de tener unos 3 años de vida, pero nadie me lo había visto porque es opaco a la analítica y a las radiografías y nunca en mi vida me habían hecho una ecografía, ni un tac, ni medicina nuclear.
El tema está muy chungo, pero puede ser que la cirugía y la quimioterapia o radioterapia me den una esperanza de vida, pero en estos momentos, tengo menos garantía que una lavadora.
Del pueblo me tengo que marchar porque en esta casa no hay calefacción y no hay posibilidad de tenerla.
Otras vías pasan por el Valle Hebrón, pero yo vivo en Calafell y al final me vería yendo y viniendo en metro y en tren, incluso cuando me sacaran del hospital, porque nadie se haría cargo y yo sigo siendo un parado.
Mis hijos ya lo saben, pero lo único que quiero es que si me quedo por el camino, mis nietos sepan ahora y toda su vida, que los quise y los quiero con locura.
No se cuando podré escribir de nuevo, pero lo intentaré.